La vida como es…
De Octavio Raziel

Avionazo
La muerte escoge a sus invitados.

El 25 de enero de 1970, muy de madrugada, un avión Convair con 15 periodistas a bordo se estrelló contra un cerro cercano a la ciudad de Poza Rica, en el estado de Veracruz. Todos ellos cubrían la campaña del candidato oficial a la presidencia de la república, Luis Echeverría.

De entre los hierros retorcidos de la nave salió Jesús Kramsky, reportero de El Heraldo de México, el único sobreviviente, aunque con graves heridas. Catorce reporteros y reporteros gráficos no sobrevivieron. Ellos eran representantes de El Sol de México, El Heraldo de México, La Prensa, La Afición, Ovaciones y la agencia Pipsa, además del doctor Camilo Ordaz Hernández, del IEPES, y las cuatro personas que integraban la tripulación.

Fuimos varios a los que la muerte no nos invitó en esa ocasión: el zacatecano Sergio “el capitán” Candelas que, a bordo ya de la nave, lo bajaron pues habían sido ocupadas todas las plazas; Juan José Bravo Monroy, del Núcleo Radio Mil, que llegó tardíamente; Olga Moreno, del Heraldo de México, que hacía trinca con Pepe Falconi y Jesús Kramsky, y que también llegó tarde al aeropuerto; Humberto Young Coral, de El Nacional, que se reportó enfermo; Rafael Sánchez Velázquez y Octavio Raziel García Ábrego, también de El Nacional, perdieron el vuelo.

José Antonio Aspiros Villagómez, de Radionoticias de El Heraldo, que a última hora Rafael Moya, el jefe de redacción de su medio de información, le hizo a un lado, salvándole así la vida.

Quienes, por alguna razón, con justificación o sin ella, no llegamos a la reunión a la que la parca no nos había invitado, quedamos en tierra con un sentimiento de culpa que hemos arrastrado a lo largo de estos últimos 48 años, como herrumbrosas cadenas que llevan los fantasmas por viejos castillos.