27 de diciembre de 2017

EN LAS NUBES

Uno breve de médicos.

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

(Antes, un comentario de don  José Antonio Aspiros, gran amigo escritor sobre los fantasmas de ayer.

Muy estimado amigo:

A través del tiempo he desarrollado la idea de ​que todo pueblo que se respete -aunque no se llame Transilvania- debe contar en su acervo con sus respectivas leyendas. De fantasmas y de otros sucesos así, para platicar, presumir o asustar.

En Tacubaya las que recuerdo tratan sobre hallazgos de tesoros enterrados en donde estuvo una especie de reclusorio para menores de edad junto al Parque Lira, y también en Vicente Eguía, frente a la escuela ‘República de Costa Rica’ y del tronco que llamaban “árbol bendito”.

En la casa de mis abuelos, donde nací y viví hasta perder la soltería, y aún existe, no había tesoros escondidos, sólo ratas y una fauna más tolerable que incluía desde el caballo de mi abuelo (aunque no lo recuerdo), hasta un pequeño gallinero. Fantasmas, dicen que sí, pero nunca se ocuparon de mí.

En cambio mi abuela me contaba que de niña vio a la Llorona en su natal Tequisquiapan, además de otras historias de terror, y yo mismo sufrí a unos fantasmas chocarreros, pero en San Pedro de los Pinos, muy cerca de donde viviste.

En Av. de los Pinos # 32, que era la casa de mi bisabuela y otros familiares; mis primos siguen allí a pesar de que los tales fantasmas siempre han estado presentes en ese lugar, según recuerdo haber oído desde muy pequeño.

La historia del señor Dubois que nos cuentas hoy no la conocía, pero sí muchas otras que si las escribiera quedarían del tamaño de un libro.

He escrito algunos episodios, pero ya no recuerdo todo. Podría mencionar a personajes y lugares de Tacubaya como el Charrito Pemex, los parientes de Pedro Infante, algunos boxeadores, las pulquerías, los cines, Javier Solís, la ancianita aquella que ganaba maratones, el ambiente pueblerino, los cambios con Uruchurtu, etcétera.

Te mando un abrazo y te comento que en mi carta para los Santos Reyes pediré que ya nos des buenas noticias acerca de tu salud.

¡Salud!, mientras tanto. A.”

Ahora, abundemos sobre los médicos. Y no revelamos sus nombres porque los doctores son tan conocidos como los políticos.      Cinco  médicos cirujanos discutían sobre quiénes son los mejores pacientes en una sala de operaciones.

El primero dice:
– Me gusta operar contables, porque cuando los abres, todo está ordenado por números.                                                                                   El segundo asevera:

– Sí, pero los electricistas son mejores, porque todos los órganos están codificados por colores, No hay forma de equivocarse.

El tercer cirujano agrega:

– No, son mejores los bibliotecarios. Dentro de ellos está todo ordenadito alfabéticamente.

El cuarto médico añade:
– No hay como los mecánicos. Los tipos ya traen las piezas de repuesto que hay que colocar.

Y  el quinto, por último, les dice:
– Siento mucho tener que disentir con todos, compañeros. Los políticos son los mejores pacientes del mundo para operar:

No tienen corazón, no tienen estómago, no tienen huevos. El cerebro y el trasero son totalmente intercambiables. Además abundante dinero para pagar.

craveloygalindo@maio.com

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