El sitio periodistas-es.com publica el interesante artículo firmado por Paco Audije.

Las “recomendaciones de Leganés” contra el racismo en los medios de comunicación

En recuerdo y memoria de Daniel E. Wagman

En diciembre de 1997, hace dos décadas exactas, se celebró el Año Europeo contra el Racismo y la Xenofobia. En diversos países europeos, nuestros colegas de los medios de comunicación habían avanzado en la elaboración de códigos de prevención del lenguaje y de la terminología racista en el periodismo; muchas veces, un vocabulario que se filtra de manera inconsciente como parte del lenguaje coloquial tradicional.

De aquella época, guardo algunos titulares de diarios madrileños que nos pusimos a valorar: “Los extranjeros cometen el 40 por ciento de los delitos perpetrados en la CAM”, y también, “Tres kamikazes árabes provocaron el atentado con más víctimas de la historia”. Siguiendo una línea similar, podríamos encabezar una información con algo parecido a “Los conductores zamoranos (o alemanes) provocan los accidentes más graves del fin de semana”. ¿Son titulares aceptables?

Bajo el paraguas de las instituciones comunitarias, nos habíamos reunido en Amsterdam, en junio de 1995, un amplio número de periodistas, antropólogos, historiadores, sindicalistas, expertos en comunicación y algunos responsables políticos de Europa. Surgió la idea de extender el debate en distintos países.  Y volví a Madrid convertido en coordinador del programa para España.

Así fue como me puse a organizar –hace veinte años- un seminario que tenía como fin elaborar un código propio para los medios españoles. Conté con el respaldo de la (entonces) Federación de Comunicación y Transporte de CCOO y del Ayuntamiento de Leganés, donde terminamos celebrando el seminario a finales del año 1997.

Asistieron una veintena de profesionales de los medios, profesores de tres universidades, personas de origen muy diverso. Entre otros, estaban el secretario de los periodistas palestinos en España y un sindicalista marroquí relacionado con la emigración; un periodista de la Unión Romaní; un colega holandés, Rinke Bok, que coordinaba aquel programa europeo.

Y el bueno de Daniel E. Wagman, estadounidense convertido en madrileño castizo, que alguien definió en su obituario (El País, 25 de enero de 2012) como “impulsor de una gran cantidad de proyectos socio-culturales, alternativos y solidarios. Estudioso, emprendedor, viajero y escritor, Wagman colaboró activamente con la Fundación del Secretariado Gitano y contribuyó de forma significativa a la causa gitana en España y en Europa”. Dani formó parte del comité más restringido que elaboró las conclusiones finales. Fue allí mi crítico más amable, también mi brazo derecho, como responsable del proyecto.

Las recomendaciones de Leganés fueron presentadas en varios actos públicos, formaron parte del programa de un curso de verano de la Universidad Complutense, fueron impresas en forma de dípticos y carteles que fueron distribuidos por las redacciones de los principales medios de comunicación.

Tratamos, entonces, de evitar vetos o prohibiciones terminológicas, así como la conversión de palabras determinadas en tabúes periodísticos. Creo que fue un trabajo claro, no exento de alguna de ingenuidad, propio de los tiempos que corrían y parecido a otros códigos que se han hecho en el mismo sentido. Nada de crear más lenguajes de lo políticamente correcto. Sigo satisfecho de aquello y pienso que –con algún matiz- continúa siendo válido.

Recomendaciones a los medios de comunicación para una información NO racista. “Las recomendaciones de Leganés”.

  1. Todo individuo es un ciudadano, un ser humano que tiene derecho a ser tratado y nombrado como tal. Tratar a cada persona como individuo y no como representante de un colectivo. Evitar la polarización del tipo “nosotros/ellos”. Evitar las generalizaciones injustificadas. Ninguna población puede ser considerada como un grupo homogéneo. Atención a expresiones del tipo: “Los … son responsables de…”; “los …trabajan mucho…”; “los… venden droga”.
  2. Mencionar la pertenencia étnica, el país de origen, el color de la piel, la religión o la cultura sólo si esas informaciones son pertinentes. Para decidir si es útil o no dar ciertas informaciones hay que tener en cuenta dos aspectos: el perjuicio que causaría a la noticia no dar esas informaciones y el daño que podría producir al interesado o a su colectividad si se mencionan, en la medida en que esas informaciones puedan reforzar los estereotipos racistas.
  3. Léxico. Se recomienda especial atención y rigor en la denominación de los individuos y grupos minoritarios, así como en la adjetivación. Cuidado con términos tales como “ilegales”, “avalancha, invasión de inmigrantes”; “de aspecto agitanado”; “terrorista islámico”; “oriental impenetrable”, etcétera.
  4. Normalizar la convivencia y evitar las dramatizaciones. Evitar la tendencia a mencionar a los grupos minoritarios sólo en relación con conflictos, situaciones dramáticas, sucesos, delincuencia, etcétera. Tratar de hablar de los miembros de esos grupos en situaciones cotidianas y positivas. Tratar de dar voz e incluir las opiniones de esas personas sobre temas cualesquiera de consulta, no sólo sobre lo que les concierne como grupo minoritario. Contextualizar la información.
  5. Buscar un discurso informativo equilibrado, ecuánime y basado en fuentes plurales. Contrastar la información oficial. Consultar y buscar la participación de los representantes de los grupos minoritarios en las informaciones que les afecten. Abrir cauces para la colaboración de esos grupos minoritarios con los medios.
  6. Adoptar una actitud beligerante hacia el racismo. Vigilar especialmente las actitudes y manifestaciones de la extrema derecha, sin descuidar el racismo difuso en otras posiciones del espectro político. Evitar que los medios se conviertan en altavoces de los gritos racistas, que en ocasiones seducen por sus salidas de tono y terminan contaminando a los medios por su sensacionalismo. Ante la expresión de prejuicios racistas o xenófobos, debe aclararse que no es un hecho generalmente aceptado o que se considere legítimo. En el mismo sentido, aplicarlo a puntos de vista que injustamente denominan gente o instituciones como racistas. Silenciar a la extrema derecha puede no ser la solución, pero es preciso explicar de forma crítica su programa, ideología, sus mentiras, sus contradicciones y las medias verdades habituales de sus dirigentes.

 

Las “recomendaciones de Leganés” contra el racismo en los medios de comunicación